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Nicolas Martella

El día es un atentado

Curador Leando Martinez Depietri
30 jul - 10 sep, 2016

 

Pero recelaba de otra etapa - ¿lejana?, ¿inmediata? – irrebatible, a la que yo llegara sin vigor, como a la extinción en el vacío. ¿Qué era eso tan peor? – Zama, Antonio Di Benedetto

Pensarse fotógrafo y preguntarse para qué salir con una cámara más y para qué buscar un evento en imagen parece tanto posible como necesario. Nicolás Martella es uno de los fotógrafos que se hace esa pregunta y decide observar desde una postura cotidiana, aparentemente irrelevante en su distancia de toda eventualidad. Observa desde la ya tradicional postura de espalda acorvada, el cuerpo acechado por la ansiedad de hacer sonar los dedos y el cuello tieso en atención a la pantalla. A través de su computadora de escritorio, accede a las cámaras de otros anónimos. No a los productos cuidadosamente seleccionados de las redes sociales. Tampoco busca los miles de videos y fotografías de denuncia que capturan hoy los teléfonos inteligentes en un panoptismo expansivo. Él se adentra en una producción sin filtros, las cámaras de vigilancia de las ciudades computarizadas. Como un fotógrafo callejero, recorre desarmado calles virtuales en busca de estos dispositivos que filman sin vigor y extinguen sus videos en el vacío. El flujo vital se vuelve flujo mediatizado pero él sigue congelando imágenes a partir de lo que perece. En vez de arrancarle una imagen al tiempo, le roba un still a un video sin almacenamiento. Investiga durante un año y sólo accede a las cámaras que no tienen contraseña, al material más estéril e inexplorado de ese acervo perecedero. Son imágenes propias del aburrimiento y nadie pareciera poder estar detrás de los ojos ciegos de esos aparatos. Y sin embargo, tienen algo de álbum, de postal, de fotografía amateur, de película de autor en tanto espejos de los habitantes urbanos. Nicolás Martella remarca la transparencia y la domesticidad de esas fotografías y las materializa para esta exhibición en formatos familiares.
¿Cuál es la relación actual entre esta mirada oficial, omnisciente y anónima, que aparece relegada a la Siberia de la banalidad y el hambre de acontecimientos de nuestro voyeurismo?
Una invitación.